Como os comenté el otro día mi santo y yo fuimos al teatro. Más concretamente al teatro Príncipe.
Voy a hacer el inciso dramático de la historia introductoria, porque hace más risa.
Mi santo me regaló las entradas, pero como
siempre se las queda, porque viene el precio y consideramos que ver el
precio de un regalo no es bonito. Hay regalos que te puede hacer mucha
ilusión y gustar mucho y costarte nada y menos y otros
que te salen por un pastón y la cagas estrepitosamente con la persona.
Es un hecho.
La cosa es que mi santo se quedó con las
entradas. Y un día fui a casa de sus padres, merienda familiar
organizada por la madre de mi santo.
Las meriendas- comidas- eventos culinarios de la
santa madre de mi santo son legendarios. Las bodas de Canaan, cuatro
canapés comparado con la que organiza la santa madre de mi santo. Y
además es que lo vive la señora, vamos que llega el
fin del mundo y hace comida para todos, y tappers para llevar… El caso
es que tras la tanda de visionado de fotos familiares, me dice mi santo
“tengo que comentarte algo de las entradas, mi madre dice que si ella
fuese tú me dejabas”.
Sé que hay momentos que debería comportarme como una tía de libro, o de Cosmo, pero es que me sale ser rara y no sé qué hacer... me atasco en mi rol femenino esperado.
A esto que la santa madre de mi santo, se
dirigió a mí con el tono de “es que es muy fuerte”. Dado que esa semana
era el día de la madre y conociendo la memoria de pez que tiene mi santo
para las fechas, me pongo en modo apocalíptico dramático:
“No te habrás olvidado del día de la madre?!!!!”.
Yo es que soy muy de cataclismos. Y la verdad,
prefiero quedarme sin entradas a que mi santo quede mal con su madre,
que no es plan.
A esto que el santo padre de mi santo (lo de
santo padre suena a Papa… creo que tardo menos en llamarle así), bueno,
pues el Papa de mi santo dice “mujer, no es para tanto”. El caso es que el día de nuestras entradas era el partido de Madrid contra el Atlético. Mi santo es Atlético y claro, es la posibilidad de ver el doblete de su atlético que, desde hace 16 años (mira que me lo ha recalcado veces) no vive nada así y claro, quién iba a suponer que el Atlético llegaría a la final... Vamos, que es la eurovisión futbolera de mi santo. Y si a mi me aguanta Eurovisión... y la F1... y el potingueo... lo justo es que yo le tolere cosas así (era esto o sentirme mal y tener que enmendarlo llevándole a algo que le mole mucho y a mi no, como un concierto de Mamá Ladilla y que se pase la tarde cantando Primavera solo porque sabe que me ataca los nervios la canción... y me niego en rotundo).
Heme a mí en la tesitura de tener a su padre (aficionado) por un lado apoyando a su churumbel, su madre conspirando contra su churumbel, bueno, contra el fútbol, porque odia el fútbol lo indecible y yo en medio... anonadada.
De esos momentos en los que piensas que no tenías que haber ido a la fiesta porque no sabes a quien dar la razón...
He aquí la crisis: mi santo, aficionado al
atlético… dio las entradas a su madre y abuela porque el fin de que
íbamos al teatro era la final del Atlético contra el Madrid.
Sí, cual Rita Pavone, he sido abandonada por el
fútbol. Yo… mujer friki, en la treintena pero estupenda todavía, a la que llaman tia buena en la radio (bueno, también dijeron que podía ser un hombre... pero primero dijeron que estaba buena!)… dolor,
mucho dolor. ¿Quién me lo iba a decir? Abandonada por el fútbol solo porque estamos en el hecho excepcional de que el Atlético puede hacer doblete.
Si no fuera una friki segura de sí misma, estaría en la cama viendo el Diario de Noa e hinchándome a gofres.
La verdad es que sí, le echo mucho morro, porque
cuando me lo dijo me dio un poco la risa floja, ya esperaba calamidades
más heavies. Antes de que alguna inspirada diga "bueno, y porque no te dio las entradas y fuiste con otra persona?", le diré que el plan era ir juntos, a mi tampoco me hubiese apetecido ir a un plan que me propone con toda su ilusión y que resulta supermolón sin él, la verdad. Hubiese estado guay ir con otra persona, pero sé que a él le gustó tanto como a mi y a los dos nos gusta ir al teatro y los shows de humor... no hubiese sido igual.
Bueno, pues al final fuimos. Elegí el mal menor (fútbol por Mamá Ladilla), porque sé que la vida te trae los males mayores, así que cuando la vida te dé a elegir, elije el mal menor cuando no te quede más remedio XD.
La obra se llama TOC, TOC y se representa en el teatro príncipe. Obviamente TOC, TOC, no sólo hace referencia al sonido de llamar a una puerta, sino a las siglas Trastorno Obsesivo Compulsivo, un trastorno mental de tipo ansioso que se caracteriza por una serie de rituales que se realizan sin poderlos controlar de manera incontrolada y que producen más angustia y ansiedad en el paciente.
Si queréis saber más sobre esta enfermedad podéis leer el DSM- V o Manual Diagnóstico y Estadístico de enfermedades Mentales de la Asociación Americana de Psiquiatria, que es el que más controla de estas cosas (en inglés), en su capítulo de Trastornos Obsesivos Compulsivos.
En una consulta de un prestigioso psiquiatra, el mejor del mundo en el tratamiento de TOCs aparece un enfermo de Síndrome de Tourette (una enfermedad que no es un TOC, sino un trastorno neurológico y en algunos casos degenerativo, que puede conllevar e algunos casos TOC), Fred, que lleva casi toda su vida con el problema, despues Camilo, un taxista cuya manía es contarlo todo y calcularlo todo, después llega una ayudante de laboratorio obsesionada con la limpieza y la pulcritud llamada Blanca. Más tarde, María, una mujer ya madura con obsesión por los rituales de comprobación (si llevo las llaves encima, si he cerrado el gas... pero todo 20 veces) y la religión (se santigua de manera compulsiva), después la joven Lili que necesita repetir todo dos veces o bien el final de las cosas que dice la gente y por último Pep, que odia las rayas del suelo, no puede pisarlas, pero adora la simetría.
En la sala de espera, los pacientes interactuan jactándose de que ellos no están enfermos, no como los que están ahí, pero todos saben que tienen un problema y que las sociedad los señala por ello. Cuando la asistente del doctor les comunica que este está retrasandose a su consulta por culpa de las condiciones climatológicas en Londres, empiezan a hacer tiempo en la consulta interactuando y dándose las situaciones más disparatadas.
Lo mejor de la obra: El final, que aunque me olía que había algo raro, no me lo esperaba, la relación entre Lili y Pep, de hecho Pep es un poco Jonan de Baraka y eso da mucha risa, las chanzas de Camilo y el resto de personajes, y que los actores en general son de lo mejorcito que te puedas echar a la cara por su carrera dilatada en el teatro y en la tele (de hecho estaba África Gonzalbes que hacía de Queen en Farmacia de Guardia). Sobre la obra lo mejor que tiene es que ofrece una visión amable de las enfermedades mentales de tipo ansioso que cada vez más, desgraciadamente, abundan en nuestra sociedad, ofrecen una visión amplia de "podrías ser tu" y la situación es disparatada por si, no se rien de los enfermos por ser enfermos, sino que dan además la visión esperanzadora de que las enfermedades mentales pueden superarse, que se haga visible sin estigmatizar al paciente de este tipo de enfermedades es muy positivo.
Lo peor: que te digan que APAGUES EL **** MÓVIL dos veces antes de empezar por megafonía y tengamos detrás a un señor que no sabe como quitar el sonido y al que le llaman DOS VECES AL MÓVIL (lo peor es que hubo gente que, al sentarse el señor detrás mía, pensó que era mi móvil... mi móvil suena con el rif de Money for Nothing de Dire Straits- del segundo 35 al 48, para ser exactos-, no uso los politonos de serie del móvil, cualquiera que me conozca lo sabe). Y las butacas, el teatro Principe es pequeño y a las personas un poco patilargas supone un poco de ejercicio de contorsionismo pillar la postura para sentarse cómodo, además hizo una mijilla de calor. Como veis lo peor fue más ambiental que otra cosa.
Así que os recomiendo que si estáis por Madrid, la obra lleva 5 años en cartel y si pasáis del fútbol, haced como la santa madre de mi santo y su santa madre (es decir, la santa abuela) e ir a ver a ver la obra, que está estupenda.
Lo de los móviles saca lo peor de mi. Si no sabes dejar el móvil sin sonido...¡¿para qué tienes móvil?! ¡Es como tener una tele y no saber apagarla, leches!
ResponderEliminarBueno, iras aparte, creo que fue un buen cambio y la obra por lo que cuentas, me habría gustado bastante.
Lo de los abandonos temporales por el fútbol, yo, lo tengo asumido. Además, me vengo con abandonos temporales por excursiones a Mango o MAC jajaja
BESOS!
Yo creo que, a veces, hay que saber ceder espacio al otro, no pasa nada por no celebrar las cosas "cuando tocan", si es de mutuo acuerdo y se celebran otro día, juntos, y con gusto.
ResponderEliminarLa obra pinta bien.
Besos!