Un cuentecillo

Primero comentar que esta es la entrada 400, gracias a los que me leéis desde la 1, y a los que llegáis después. Segundo, esta historia está basada en un comentario de qué asco de vida, que me inspiró a sacar la historia de contexto, lo digo porque nadie vaya a darse por aludido o sacarla de madre, yo he sacado de madre una historia previa real y la he vuelto fantástica. Últimamente pienso en cosas que leo y sacarlas de madre. Y tercero, espero que os guste. 

Qué has hecho?

Ella miraba al enorme charco de sangre viscosa en el suelo... Qué has hecho? se decía...

Todo pasó muy rápido...

Solo sabía que era su amiga, que llevaban años de amistad, no era su mejor amiga, tampoco la peor, pero cuando vió colgadas esas fotos, la foto de su chico y ella sonriendo, ella sintió una punzada dentro como nunca había sentido. Cuando vió que sus sonrisas  eran sinceras, y que su actitud era dual, como de pareja, ella se sintió fatal, fue aquel dia que se fue de viaje salió su pareja con un montón de amigos, sí, lo sé, los demás también aparecen, pero era la cara de ellos dos lo que la preocupaba.

Así que la llamó.

-Podrías venir a mi casa? Necesito con quien hablar... no, no me siento bien.

-Pero, qué ha pasado?

-Necesito hablarlo en casa, por favor, vente.

Ella apareció por la puerta a los 23 minutos, lo sabia, los contó. Ella entró quitándose el abrigo y la bufanda verdes de diseño, y cogiendo el bolso.

-Te importa si fumo?

Ella negó con la cabeza, "pasa, pasa, que hace frío".

Cogió el paquete de chester y sacó un cigarro con un golpe de dedo indice, tres pitillos salieron, el paquete estaba entero. Encendió con el zippo el cigarro, y se sentó en el sofá, mientras ella cogía un cenicero de cristal y lo ponía sobre la mesa.

-Quieres tomar algo?

-Me estás poniendo de los nervios! Qué pasa?

-Creo que... está viendo a otra...

-Quién?

-Mi padre... quién va a ser?

-Alberto? En serio?

-Tu no notaste nada cuando me fui de viaje, verdad?

-No... yo? ni me di cuenta.

-Perooo... si lo supieses me lo dirías- dijo levantandose al minibar y poniendo hielo en dos copas

Se hizo el silencio y se dió media vuelta para mirarla a los ojos con las dos copas en la mano, alzo una como preguntando qué iba a beber.

-Emh... lo que tengas a mano.

Sirvió dos vermús rojos. Y se sentó.

-Y bien?

-Eh?

-Me lo dirías?

-Claro... me has dejado pensando... chica, estoy en shock... y tienes idea de quién pudo ser?

Escudriñó la cara de su amiga lentamente como si en ella encontrase la confirmación.

-Yo?! Pero qué dices! Si lo supiese te lo diría.

Maldita sea, era muy hábil, pensó... En ningún momento se le pasó que debía ser mentira lo que su mente maquinaba.

-Yo... yo estoy destrozada...-dijo manteniendo la mirada

-Pero, tu estas segura?

-Yo... sí... no... ya no sé que pensar...

Empezó a sollozar, ella no quería verse así, era cruel. Su amiga apagó brucamente el cigarro incrustandolo en el cenicero y corrió a abrazar a su amiga, "sabes qué? Creo que esta copa no te va a hacer falta hoy", dijo la amiga, dandola deslizandola sobre la mesa de cristal...

-No, no, si, si estoy bien... de verdad... -la apuró de un sorbo.

De repente, empezó a notar que la quemaba por la garganta, que no podía respirar, que se sentía fatal... y se intentó levantar, pero todo le daba vueltas...

-Mónica, Mónica, estás bien, dime algo, por favor, qué te pasa...

Cayó al suelo, su amiga corrió al bolso, sacó el móvil...

-Por favor, mi amiga está fatal, necesito una ambulancia, se ha tomado una copa... vermú, rojo, con hielo, no, no sé si toma medicamentos... no, no sé sus alergias, está combulsionando y no puede respirar... por favor, vengan...

Detalló los síntomas y fue al cuarto de ella para echarla una colcha encima, pues el suelo era muy frio... cuando volvió su amiga seguía convulsionando. Pero habia una mujer vestida de verde en el sofá... Tenía una serpiente en su cuello y un cuerpo muuy sexi, era muy alta, y llevaba tacones, rondaría  el metro noventa, y tenía el pelo ondulado en grandes bucles. Su piel era cetrina y estaba fumando uno de los pitillos...

Tenía unos enormes ojos verdes brillantes.

-Espero que no te importe, me he servido yo sola...

-Quién eres?

-Eso depende, tu en qué crees?

Se quedó patidifusa... vió que su amiga dejada de convulsionar, de sus ojos salían gotas de sangre...

-Dios Mio, Mónica, Mónica resiste- la echó la manta encima- sabes medicina?

-Mmmmmno exactamente... quieres que tu amiga se sienta mejor?

-Pero... claro!

-Bien. Ahora es cuando tu y yo empezamos a negociar.

-Pero... Mira, no sé quién eres ni qué le has hecho a mi amiga, pero...

-Yooooooooo? Tu!

Tras los sofas, en la mesa del comedor estaba el portatil... La chica lo señaló

- Qué es esto?

-Ya sabes, Alberto está etiquetado en las fotos... tu también... adivina quién no está? Ufff... va a ser que la esputosa no...

-Se llama Mónica

-Se llama esputosa, mira que de espuma!

Mónica echaba grandes cantidades de espuma negra por la boca...

-Qué es lo que más valoras?

-Queeee?!

-Lo más valioso, lo que no venderías nunca...

-No sé, yo.... yo...

Mónica estaba cada vez más livida. La mujer de verde cogíó el rabo de la serpiente y empezó a moverlo como el péndulo de un reloj al sonido de "tic, tac, tic, tac", a la serpiente no parecía importarle.

-Mi cuerpo.

-Hecho! Álzate!

Mónica empezó a ponerse verde, como los ojos de la chica, y se alzó y corrió, la abrazó, de la fuerza la empujó contra una estantería, cogió un jarrón y lo rompió en su cabeza, se quedó con un trozo y cuando ella se repuso del golpe, lo clavó en un pulmón, notaba que no podía respirar, que se axfisiaba, Mónica corrió a la cocina, y con una sartén, intentó matar a golpes a su amiga que se resistía como podía, hasta que la golpeó con toda su fuerza en el brazó, se resintió y pegó un segundo golpe mortal en la cabeza.

El sonido de la ambulancia empezaba a hacerse cercano. La mujer se levantó, pegó una última y profunda calada a su cigarro y lo apago en el cenicero. Con humo en la boca exhaló "tch, tch... muy mal Mónica, ella que lo había dado todo por ti... como has podido desconfiar... eres muy mala amiga", salió por la puerta y Mónica perdió el verdor de la cara poco a poco, a medida que los tacones sonaba en fuera de la casa.

Qué has hecho?
Ella miraba al enorme charco de sangre viscosa en el suelo... Qué has hecho? se decía...