Rescatando libros

Entre las oposiciones  los libros de juego de tronos he descuidado mucho el mundo de la lectura, ahora como tengo mucho trabajo en el curro, aprovecho para leer sólo en el metro, y como no tengo el cuarto en papel he rescatado esos libros que la gente que me regaló hace 1000 y que no cogí por los motivos ya expuestos.

Por cierto, ya me he terminado el tercero de Juego de Tronos... sí, sufro mucho.

Y el primero que he echado mano es Buenos presagios de Neil Gaiman y Terry Pratcher, los dioses de la literatura fantástica en mi opinión... que es discutible.

Mola tener buenos libros por casa para leer mientras te pones la mascarilla

Buenos presagios habla de un demonio y un ángel que no es que sean amigos, obviamente, pero como ellos dicen, tras tantos años de enemistad, se crea cariño. No es que se odien, es que son las circunstancias, que les obligan a no ser amigos.

El caso es que los demonios quieren desencadenar la guerra definitiva en la tierra haciendo un cambiazo y poniendo al anticristo en una familia adinerada, mientras su verdadero hijo se cría en otra familia como si fuese mellizo de otro parto.

Que se lleven aquel toro del aguaaaaa....

Crowley, el demonio encargado de hacerlo, no es que sea malvado en sí, de hecho le gusta en cierto modo que el mundo sea un sitio bonito con gente amable... hasta cierto punto. Pero es un mandado. Azirafel es un ángel y vendedor de libros en su tiempo libre, bueno, no vende libros, los colecciona y cada vez que entra alguien a su tienda, le disuade de que no compre nada, pero sabe que el orden eterno es imposible, pero es un mandado.

El caso es que hay una anécdota inventada sobre una orden religiosa (La orden de las Parlanchinas de Santa Berilia) que me hizo especial gracia, porque como sabéis tengo una extraña afición por las vidas de santos y mártires y cuanto más rara es la historia, más me gusta. Esta, logicamente, es inventada, pero es muy divertida.

Sí, soy friki, qué pasa!

Y contaban esta:

Santa Berilia Articulata de Cracovia, conocida mártir del siglo V. Según cuenta la leyenda, Berilia era la prometida (en contra de su voluntad) de un pagano, el Principe Casimiro. En la noche de bodas rezó al Señor para que intercediese, esperando sin mucha fe que le saliera barba milagrosamente. De hecho, tenía ya preparada la cuchilla de afeitar para mujer, por si acaso; pero el Señor le concedió la milagrosa capacidad de decir continuamente lo que si le ocurría, por intrascendente que fuera, sin cesar ni siquiera para comer o respirar.

Según una versión de la leyenda, el Principe Casimiro estranguló a Berilia tres semanas después de casarse y sin haber consumado el matrimonio. Murió virgen y mártir, hablando hasta el final.
Según la otra versión de la leyenda, Casimiro se compró tapones de cera y ella murió en el lecho, con él, a los sesenta y dos años.

La Orden de Parlanchinas de Santa Berilia hace voto de emular a su santa patrona en todo momento, con un descanso de media hora los martes por la tarde, momento en el que se les permite a las monjas callar y , opcionalmente, jugar al ping-pong.

 ¿Ping- pong?

Como veis, el libro contiene un ácido sentido del humor absolutamente inofensivo para los creyentes de verdad (es un libro, por favor! sólo un libro!), porque al fin y al cabo, una historia es eso, una historia, de hecho, al principio del libro los propios escritores te dicen que les dijeron que hay una copia de este libro en el Vaticano. Por lo que sé se escribió cuando Juan Pablo II vivía, así que si a Juan Pablo le gusta, no puede ser irreverente. 

Eso sí, la gente tiende a asomarse a lo leo, no sé porqué y claro, unas caras cuando ven la palabra demonio, ángel, infierno... se piensan cualquier cosa. El libro de momento me está gustando mucho. Así que ya os contaré.

Estáis leyendo algo interesante ultimamente? Pues dejádmelo en comentarios!