domingo, 16 de octubre de 2022

Look de uñas: Ginko's shadow. Hoy hablamos brevemente de las crisis, del Ikigai, de Erikson y de salir adelante.



Hace muchísimo que no uso estos colores tan oscuros y tan bonitos y he decidido rescatar este True Love de la colección Vampire's Love de Essence que tenía por casa, con unas hojas de ginko en negro con el esmalte de Easy Paris, que en directo se ven un poco más. Ya era hora de ir volviendo a tonos oscuros más otoñales, simplemente porque hace bastante que por aquí no pasaban.

Aún no tengo ni idea de si haré una manicura de Halloween. No sé si haré en rosa algo por el día del cáncer de mama (día 19), pero os recuerdo que si una marca necesita venderos algo rosa para donar, está amortizando y cosificando la enfermedad femenina y su sufrimiento. Donad a causas directamente, no hace falta comprar nada a una marca que usa la lucha de ciertos colectivos para rentabilizar su sufrimiento y la injusticia que sufren.

 


Como no, os vuelvo a recordar el TDCWeekend el finde que viene. Entre una selección de películas interesantísima, podréis ver a Paco Fox, trendsetter de la bloggosfera (y el cual huele a Dior) y a Ángel Codón, afeitado (y que usa Aqua de Gio), que se nos está quedando de un bonico que le van a salir fans hasta debajo de las butacas, además de varias personas del Foxverso y mucha diversión.  Va a estar fetén.

Si alguna colonia les quiere patrocinar, dejo ahí la idea. 

Llevo unos días que me siento que voy apagando fuegos, con deciros que hoy estaba convencida de que tenía que hablaros de los comprados y gastados de los que os hablé EL DOMINGO PASADO...

 La cabeza, bien gracias.

Esta semana he hablado con bastante gente por cosas que han pasado en mi entorno sobre las crisis personales desatadas recientemente, porque la vida no siempre es bonita y agradable. Y como no se me ocurre muy bien de qué hablar hoy, toca post improvisado, de aquí puede salir de todo, así que vamos a hablar de crisis.

Bien por edad o por situaciones que nos sacan de nuestra zona de confort reconfigurando nuestra realidad y planes vitales, las crisis, sin duda son situaciones de alto nivel estresor.  No es que sea una experta, porque realmente, ser un experto en crisis es algo que suena fatal, pero la verdad, ya tengo edad para vivir alguna y de las crisis hay que aprender bastantes cosas para salir adelante hacíendonos el menor daño posible.


 Hace tiempo que, en la sección de libros, que espero poder retomar algún día, os recomendé un libro llamado Ikigai Esencial,  que leí justo en un momento de crisis personal porque me recomendaron que el noble arte del Ikigai (si es que se puede considerar arte) podía ayudarme con mis dudas existenciales. Y fíjate, que sin fe ninguna fue de los pocos libros que sí me dieron una realidad sobre la que trabajar y por donde empezar. Ikigai se traduciría como "razón de ser", y a veces las crisis nos sacan de nuestra realidad hasta el punto de decir "quién soy yo y qué pinto aquí?". Y un aspecto común a las crisis es empezar a nombrarnos frente a nuestras carencias o bien, a nuestra baja concepción de la autoestima (no soy medallista olímpico como esperaba, no soy una persona especial...).

Erikson, cuando le daba por teorizar sobre el desarrollo psicosocial, hablaba de que las crisis son el paso intermedio de un estadio a otro, yo lo veo como una especie de "momento capullo" en el estas evolucionando a otra cosa, porque las respuestas que se tienen dejan de tener sentido, las certezas se diluyen y la zona de seguridad se difumina o desaparece. Y la incertidumbre vital es complicada. Erikson situaba en esta teoría 3 estadios de crisis en la adultez: el primero se genera desde la adolescencia a la adultez y depende de nuestro vínculo a los demás, queremos ser aceptados y buscamos relaciones de afecto que nos protejan del aislamiento social. El segundo es la adultez media y es el adulto frente al estancamiento: las fases que se nos exigen socialmente como casarnos, tener hijos, un trabajo estable, una vivienda estable... pero también una identidad y una intimidad. Y la última, en la adultez- vejez, la reflexión sobre las decisiones tomadas.


La cosa surge cuando la vida te cambia todos tus planes o te lleva al punto de hacer esta última reflexión en medio del viaje: el cuestionamiento es tan fuerte que no dejamos piedra sin remover y esto nos genera una profunda ansiedad, inseguridad emocional, confusión, vacío... El detonante puede ser un impacto emocional , o crisis de razón inesperada (la pérdida de un ser querido o un empleo, una ruptura sentimental, una enfermedad sobrevenida o un accidente...)o puede ser simplemente hechos como cumplir años, que los hijos abandonen el hogar... Lo cual son crisis esperables.

Las crisis tienen fases, lo creamos o no:

1.- Desencadenante: Sorpresa, tienes una crisis, tus niveles de ansiedad y malestar por un detonante inesperado, se disparan, generando tensión y respondemos con emociones desadaptativas. Sobre las emociones desadaptativas, Gadi tiene un post que creo que ya recomendé, y sino, os lo vuelvo a recomendar. 

2.- Las emociones persisten y aunque intentamos amortiguarlas con las herramientas habituales, estas no parecen funcionar, por lo que las respuestas emocionales desadaptativas, se intensifican. 

3.- Nos ponemos creativos: como las respuestas convencionales no funcionan, usamos otras maneras diversas de gestión, desde la negación, la evitación, la inundación (pero inundación mal porque afrontamos disparadores sin planes realistas de confrontación y respuesta)... Y del malestar de la no obtención de respuestas, vienen las buenas respuestas: pedir apoyo, buscar ayuda especializada, redefinición de la situación para hacerla más abordable...

4.- Si no encontramos soluciones para gestionar la situación, la crisis se cronifica estableciendo un impacto mental y físico que, no sólo puede generar un daño físico, sino también unos patrones de pensamiento y conductuales que luego no levantas ni con pala retroexcavadora. Bueno, sí, pero cuesta una jartá.

Cuando hablo de apoyo, hablo, como he mentado varias veces un apoyo familiar, amistoso, social de verdadera solidez. El hecho de tener este apoyo real ha demostrado en situaciones de estrés postraumático ser el único item que genera una verdadera diferencia en el amortiguamiento de un daño psicológico frente a otros como la clase social, la educación, la situación socioeconómica, la edad... que no presentaban diferencias importantes. Hablar con gente que te escucha, que te apoya y que trata de estar ahí genera un apoyo importante.

Obviamente el apoyo profesional no es menos importante y no puede faltar en una situación así, por lo que no olvidemos nunca pedir ayuda.

Las crisis, es fácil decirlo desde fuera, suponen una amenaza con la que hay que hablar. El mindfulness (con el cual tengo mis diferencias, pero tiene algunos puntos con los que sí concuerdo) nos explica que, a veces, es importante hablar con las emociones que nos genera una situación: porqué me siento así? qué trata de decirme mi cuerpo y mi mente con esto? Qué puedo hacer para que algo que me está superando pueda ser más gestionable? Puedo partir esta dificultad homérica en varias de bolsillo que sí pueda resolver?

Otro ejercicio que suele ayudar es hacer la vista atrás, la historia de una persona está definida por todos y cada uno de sus capítulos y hay muchos capítulos de crisis anteriores, algunas de extrema dificultad que hemos aceptado con una templanza pasmosa ( y todos lo hemos hecho, cada uno en su especialidad), por lo que es bueno también relativizar que si hemos manejado crisis anteriores, esta también es afrontable y superable. Quizá necesitemos nuevos replanteamientos del problema, a parte buena es que, desde la última crisis también tenemos herramientas nuevas.


Aquí es donde vuelvo a sacar al Ikigai de paseo que recomienda que, como Ikigai personal conjuntemos la idea de qué es lo que me hace feliz y cuál es el campo en el que soy bueno, que el mundo necesita y en lo que me puedan pagar. Para lo profesional es una idea, pero para lo personal, lo mismo nos podemos saltar los dos últimos puntos. Esto parece que tiene poco sentido en algunas crisis, pero creedme, siempre hay una herramienta en la que somos buenos que se puede combinar con algo que nos gusta mucho y que puede ayudar en una crisis personal. Porque el Ikigai lo que pretende en esta vida no es dar respuesta, sino ser brújula para encontrarlas.

Como siempre, no tengo claro que esto pueda ayudar a alguien. Este es el resultado de los post improvisados, que ni yo sé dónde voy a terminar, lo importante es dar ideas sanas a quienes las puedan necesitar. Y ante todo, mandar un abrazo a esas personas.

3 comentarios:

Nymeria Solo dijo...

Yo me temo que estoy estancada en la fase 4, es muy frustrante y a veces me desespero. Aun así, el hecho de que gracias a lo que cuentas la pueda identificar ya es algo, a ver si a partir de ahí puedo al menos avanzar un poco. Muy interesante el concepto del ikigai. Gracias por otro estupendo post. Y me encanta la manicura de hoy, es realmente preciosa 😍😍😍.

Noelia Cano dijo...

He estado a punto de comprar algún libro sobre Ikigai varias veces, me anoto el que citas tú.
La manicura, preciosa.
Besitos.

Beatriz MissPotingues dijo...

Aún no me he metido con el tema Ikigai, aunque alguna vez he hecho algún esquema de ese tipo, pero lejos de aclararme me ha liado más. Quizá es que no lo he hecho bien, que todo es posible.
De las crisas se sale, sobre todo si te das cuenta de que estás en una, de que quieres salir, y si eres realista con respecto a tus posibilidades (puede que necesites pedir ayuda en algún momento del camino, o incluso parar y no hacer nada una temporada porque la cabeza te va a explotar)
Sobre todo, fundamental, alejarse de gente negativa que tiene la queja como modo de vida. A esos les gusta estar en el charco.

Besos!